A lo largo de muchos años y de muchos libros se ha especulado sobre lo que Robert Scott sintió en los últimos momentos de su expedición a la Antártida. Todo está perdido, no hay nada que se pueda hacer ya.
¿Que sintió Scott, cuando el destino asistió puntual a su encuentro?
Sir Robert y yo compartimos la serenidad de quién es llevado a las últimas consecuencias de sus actos. A diferencia del inglés, a mi me espera otro amanecer y una suerte menos fácil de reconocer como terrible.
A mi no me espera una tierra sin osos.
En algún lado deben de haber caído mis gafas, no se bien sí al lado del sillón o quizás en un movimiento único de supervivencia decidieron ocultarse en el fondo de mi camisa. Me da por detalles inútiles. Me da por liarme con ideas que hacen espirales.
Parece ser que son más de las
6 de la mañana. Estas horas transcurren de un modo extraño. El tiempo va lento y acá de este lado todo ha ocurrido. Por ratos dormí, por ratos creo hablar contigo.
Tanto pasa y nada entiendo.
-Acércate más, que casi no te escucho.
-de hecho dormía.
-no seas así, termina de contarme de la carrera esa de la que me hablabas hace rato.
-no es una carrera en el sentido clásico de la palabra, no salieron al mismo tiempo y la meta era una indicación del sextante.
-No es cierto...
-Sí, si lo fue.
No puedo reprimir la risa fácil, al pensar que a mi me pasa lo mismo. No hay un poste blanco con líneas rojas que me indique que llegué a mi objetivo.
¿Latitud ?.
Ya estoy aquí,
¿Llegué?
¿Una bandera ridícula?
No, es una mordida aún roja en uno de tus senos. A eso se reduce mi conquista. Casi tan ridícula como una bandera.
-¿Crees que esto no es más que una mañana?
-No te entiendo.
-Una mañana juntos, es eso todo. ¿O no?
-Como sumar 1 y 1, a toda acción corresponde otra de la misma intensidad en sentido contrario...
-Me harías muy feliz sí te callaras.
Que capacidad para ponerme agrio cuando debiera ser feliz sin cortapisas. Será que quiero lastimarme desde temprano para que está miseria no me tomé de turista. Sir Robert, Admunsen ha llegado antes que nosotros, no nos queda más que regresar. El murió y yo sigo vivo. Ambos conocimos tarde a nuestro destino, pero lo enfrentamos con una victoriana obstinacion. Negarse en redondo a comer carne de Husky, negarse a hacer las cosas de la manera sencilla sí va contra tus preceptos. Quisiera aceptar tú invitación a desayunar. A comer, a vivir contigo. Todo lo que me propones, es fantástico, porque es fantasía. Hoy es tarde. Ayer demasiado pronto y mañana no me interesa.
-ya quiero levantarme, no tengo sueño
-¿sí prometo contarte el fin de la historia, te quedarías en cama un rato?
-Creí que eras tú el de la prisa, sí soy honesta no quiero ni moverme.
-Quisiera irme ya...
-Pues vete.
-Voy por un vaso de agua, ¿quieres algo de la cocina?
-Preparame un poco de te, está en un bote de lata junto al agua
Y así nos va el tiempo, hermosa despedida en tus brazos. Me tomaré el tiempo para cuando quiera acordarme de ti, tenga imágenes claras en la memoria. Mucha exposición para quemar el recuerdo con los claroscuros de tu presencia. Amo tú cara perfecta. Tus manos perfectas y tú voz en un vaso grande con hielo. Ideas cíclicas de un amor circular.
Labels: Jack Daniels, Johnnie Walker Black Label