Los días últimos.
Los últimos días de la vida callada en las sombras.
Se escucha la voz dilatada de tú ojo que no puede entender nada. Una y otra vez, de manera voraz muerde la luz, por las orillas, por los bordes de cartón.
Caras grises de niños que tan pronto los primeros 50 años pasen, volverán a sonreír.
Volvieron a caer los grandes puños de metal y te lo perdiste pues el miedo conserva al hombre. Hombre de sombras y de luz, pero hombre al fin.
Es ahí la jugada del destino. Tú valor se vuelve estupidez. Y todo se ha perdido.
Por siempre, para siempre.
Se escucha la voz dilatada de tú ojo que no puede entender nada. Una y otra vez, de manera voraz muerde la luz, por las orillas, por los bordes de cartón.
Caras grises de niños que tan pronto los primeros 50 años pasen, volverán a sonreír.
Volvieron a caer los grandes puños de metal y te lo perdiste pues el miedo conserva al hombre. Hombre de sombras y de luz, pero hombre al fin.
Es ahí la jugada del destino. Tú valor se vuelve estupidez. Y todo se ha perdido.
Por siempre, para siempre.